Cómo trabajar sobre los hábitos saludables en la consulta
Introducción
A menudo, la persona puede sentirse con la voluntad pero sin guías claras de qué hacer en concreto y fracasa pese a intentar una y otra vez el cambio buscado. Y a veces, como profesionales de la salud no sabemos bien cómo darle ayuda certera, más allá del encuadre general del tratamiento.
Esto también sucede cuando en el transcurso de un tratamiento más tratamiento aparecen comportamientos "aislados" que la persona desea abordar, que pueden o no estar relacionados con el trastorno de "base".
Muy frecuentemente la formación de grado no es suficiente para brindarnos las herramientas en estos casos, y resulta muy importante tomar los recaudos para poder estar preparados para dar la atención profesional de calidad suficiente o derivar si es necesario.
Trabajando con autorregistros
Los pacientes o consultantes a menudo están interesados en poder trabajar en el mejoramiento de objetivos saludables, que abarcan un amplio espectro de posibilidades. Por eso, cuando hablamos de comportamientos en salud no solamente lo tradicionalmente entendido como una patología, se trata de comportamientos que en algún momento se han vuelto desadaptativos, sea esto más o menos evidente para la persona, a veces por su interés personal, a veces por sugerencia y recomendación de terceros.
Desde ya, si bien no es posible seguir de cerca el comportamiento de la persona es recomendable comenzar a trabajar con autorregistros para que pueda comenzar a tener una mejor medida de cuánto es lo que realmente busca cambiar. Frecuentemente, las personas piensan que una conducta es "problemática" pero en realidad se encuentra dentro de los parámetros "normales"; otras veces, el objetivo de cambio es demasiado radical respecto del punto de inicio. En todos los casos, reconocer mejor de qué estamos hablando con el paciente o el consultante es esencial. Es parte de una "psicoeducación" general en salud.
Los autorregistros son aliados clave para poder establecer una línea de base del comportamiento a trabajar. Tanto sea para aumentar, reducir o sostener algún hábito vinculado a la salud, el momento en que una persona llega a considerar que debe cambiarlo requiere de saber cuál es el punto de partida. Aquí es necesario separar la apreciación individual del profesional, ya que al cuantificar o definir mejor ese momento no se trata de juzgar por sobre si es mucho o poco, sino lograr reconocer en términos de la persona o el paciente por qué busca cambiarlo y qué tanto quiere hacerlo. La línea de base puede ser una cantidad, por ejemplo, cuántas veces va al gimnasio una persona, qué cantidad de agua toma por día, cuántos "ataques" de ira tiene, también podemos tratar de establecer la frecuencia, semanalmente, y también la intensidad para poder caracterizar mejor a ese comportamiento o hábito a trabajar.
Seguimiento del cambio de comportamientos
Por otro lado, es clave pedirle que haga este seguimiento diferentes contextos y situaciones, por ejemplo, en comportamientos vinculados a la salud emocional, la ira o el enojo desmedido puede estar relacionado con un ambiente particular, el trabajo, la casa, un grupo social determinado, o el momento en que la persona está en el auto. Así también, otros comportamientos como recordar tomar una medicación pueden relacionarse con horarios del día determinados. Reconocer que algo no sucede todo el tiempo es importante para que la persona pueda construir su autoconfianza de forma gradual, de menor a mayor.
Asimismo, es fundamental considerar el impacto global en el estilo de vida tanto para la persona como para quienes lo rodean. Muchas veces las personas tienen metas poco realistas ya que su búsqueda requeriría modificar profundamente aspectos de su vida, de sus otros hábitos, o de los hábitos de otras personas. A menudo, no considerar completamente cómo eso podría convertirse en una barrera significativa al momento de comenzar a preparar el proceso de cambio.
Finalmente, es importante considerar la importancia de la interconsulta esta opción cuando se observan síntomas físicos que podrían estar relacionados con dolores crónicos, problemas digestivos sin causa aparente o cambios significativos en el peso. La interconsulta también es esencial cuando hay sospecha de enfermedades neurológicas o cuando se necesitan ajustes en la medicación. En definitiva, la comunicación entre profesionales garantiza un abordaje más completo y efectivo para el paciente, en especial cuando se trata de situaciones más amplias de la salud, no sólo del aspecto "mental".
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