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La inteligencia emocional en la atención clínica

La inteligencia emocional en la clínica es un componente esencial para el progreso integral de los pacientes al abordarse de manera específica no sólo en el conjunto general de las técnicas aplicadas en un tratamiento.
No solo se trata de técnicas diagnósticas, tests e intervenciones cognitivas, sino también de aprender a gestionar las emociones de manera específica, como una habilidad transversal.
Implementar la inteligencia emocional en una terapia puede transformar la experiencia clínica más allá del cambio cognitivo-conductual, de hábitos o la rehabilitación general.

Autodesarrollo emocional

Es esencial que los clínicos desarrollen su propia inteligencia emocional, para transformarse en modelos positivos para sus pacientes

Autoreflexión emocional

La formación de profesionales

La inteligencia emocional en la formación de los profesionales es crucial porque permite manejar sus emociones y las de sus pacientes de manera más efectiva.
Al desarrollar esta competencia de manera específica, los profesionales pueden mejorar la comunicación, fomentar un ambiente de colaboración clínica y resolver conflictos con mayor facilidad, en especial en casos difíciles.
Incluir la inteligencia emocional en una terapia de manera explícita contribuye a la toma de decisiones más informadas y equilibradas, lo que a su vez potencia la eficacia y el bienestar general del paciente,

Fomentar una cultura de comunicación abierta y honesta durante la formación de profesionales para que puedan reconocer sus propias habilidades y limitaciones socioemocionales

Capacitar a los profesionales para que sean empáticos y comprendan las emociones de sus pacientes en casos difíciles, mejora la tolerancia a la frustración y el foco

Alentar a los profesionales a expresar sus sentimientos y preocupaciones de manera abierta en el espacio de supervisión, para evitar el burnout

Manejando situaciones con habilidad emocional

A través de diversas técnicas y enfoques de regulación emocional, los pacientes aprenden a identificar, comprender y modificar sus respuestas emocionales.
Este proceso no solo mejora su bienestar emocional, sino que también fortalece su capacidad para enfrentar desafíos cotidianos y situaciones estresantes más allá de los objetivos terapeuticos.
Al desarrollar habilidades de regulación emocional, las personas pueden experimentar una mayor estabilidad emocional y una mejor calidad de vida, lo que mejora su expectativa de recuperación y reduce posibles recaídas.

Enseñar técnicas de respiración profunda y mindfulness para que puedan centrarse en el presente y reducir el estrés más allá del objetivo de cambio de pensamientos o hábitos