Aunque hace tiempo que
sabemos que existen mejores formas que el castigo para cambiar un comportamiento, muchas veces podemos caer en la tentación de aplicar algún tipo de castigo.
Sin embargo, existe mucha evidencia de que
el castigo a menudo no sólo no sirve para cambiar una conducta de manera sustentable, y muchas veces genera consecuencias no deseadas y no saludables.
El castigo suele generar respuestas emocionales negativas, aunque no sea físico, y estas conductas pueden generalizarse, es decir, extenderse a ámbitos fuera del alcance del profesional, dando lugar a una ansiedad excesiva y culpa.
Además, el castigo no suele generar una capacidad interna de control del comportamiento y puede dar lugar a malestar antes que satisfacción por lo obtenido.
En esta nota, compartimos información sobre cómo podemos abordar un comportamiento con el "reforzamiento negativo", para que reducirlo, moderarlo o intentar eliminarlo.